CONTEXTO
FILOSÓFICO CULTURAL DE RENÉ DESCARTES:
Descartes
(1596-1650) publica
en 1637 una obra cuyo título completo clarifica la finalidad de su proyecto
filosófico: Discurso del método para
dirigir la razón y buscar la verdad en las ciencias. Es autobiografía
filosófica que no pretende enseñar sino hablar de su experiencia. Consta de
seis partes donde cada una toca cuestiones diferentes: la primera es la más
autobiográfica (formación en el colegio jesuita de la Flëche e insatisfacción
de la enseñanza recibida; la segunda, exposición del método y de su valor para
la ciencia y la filosofía; la tercera, tres reglas de la moral con fondo
estoico; la cuarta, cuestiones metafísicas; la quinta, física y fisiología
según el método mecanicista; la sexta, justificación de la publicación de la
obra. Años después publicará las Meditaciones
Metafísicas donde responde a las críticas que le hicieron Hobbes,
Gassendi, Arnauld…y sus propias revisiones.
Este contexto
intenta explicar por qué este autor cree necesario un método que ayude a la
razón en su búsqueda de verdades.
En la Edad Media
la razón había contado con referentes externos que habían garantizado la
verdad. Al final de la Baja Edad Media y durante el Renacimiento y el Humanismo
asistimos a cambios que pondrán en crisis esos referentes. En el contexto de la escolástica, Aquino había
establecido que la fe era un criterio de verdad para la razón. Ockham criticó esta
posición, pues defendió que no existen contenidos comunes a ambas fuentes de
conocimiento.
Así la razón
inició su camino hacia la autonomía y volcó sus esfuerzos en la
comprensión de la naturaleza. La investigación de la naturaleza alcanzó su
apogeo con la revolución científica de Copérnico, Kepler y Galileo.
Estos científicos provocaron la crisis del geocentrismo aristotélico-ptolemaico
y la consolidación del heliocentrismo. Aristóteles dejó
de ser una
autoridad infalible. Este desarrollo científico y los descubrimientos
geográficos, náuticos y bélicos fueron posibles gracias a la matematización de
las ciencias.
Por ello, el método cartesiano asumirá lo positivo de esta disciplina.
El tercer
referente había sido la autoridad papal. El teocentrismo medieval había
generado una visión negativa del ser humano: era un pecador. El antropocentrismo
humanista apostó por la dignidad de lo humano. Este giro influyó en la reforma
religiosa del XVI promovida por Lutero y Calvino. La
Iglesia católica reaccionó con la Contrarreforma. Como consecuencia, la Iglesia
perdió su unidad y el Papa dejó de ser el único referente de la fe
cristiana.
El barroco expresó
las consecuencias de la crisis económica, demográfica y religiosa. Por un
lado, la amenaza de la muerte contribuyó a que este movimiento asumiera el
carácter ilusorio de la vida, idea presente en la duda cartesiana. El mundo como algo problemático y de difícil verificación podría ser incluso una ilusión, hecho expresado tanto en la poesía de Calderón y su vida es sueño como en Shakespeare y la vida como una sombra. Por otro
lado, el barroco pretende ayudar al individuo a evadirse de la dura realidad
mediante una decoración exuberante, edificios dinámicos, el gusto por laberintos complejos…que muestran que no hay
nada estable. La realidad se concibe como apariencia, no estable, una especie
de farsa o pesadilla influyendo en Descartes que desconfía en el conocimiento
sensible. Este rasgo hizo que el barroco se convirtiera en un instrumento de la
contrarreforma en su lucha contra la austeridad protestante. También el personaje de Don Quijote reconoce haber vivido en un mundo ilusorio de gigantes y molinos donde él al final de sus días declara a su sobrina "yo tengo juicio ya, libre y claro.." Este juicio libre y claro también lo anhela Descartes.
Así, sin la
autoridad de la fe, de Aristóteles ni de la Iglesia, la razón se queda sin
referentes. Esto hace que Descartes protagonice el llamado «giro
epistemológico». La pregunta de la filosofía pasa a ser: ¿cómo puedo estar
seguro de que mi conocimiento es cierto? Solo con un método que guíe a la
razón. Se propusieron dos respuestas: el racionalismo y el empirismo.
Descartes es el padre de la primera opción, que apuesta por la razón como
criterio de verdad, las matemáticas y la metafísica, apoyando las ideas innatas. Spinoza y Leibniz seguirán esta línea. El empirismo de
Locke, Berkeley y Hume apostará por la experiencia, las ciencias empíricas, y la crítica a las ideas metafísicas (HUme).
Una tercera
línea negó la posibilidad de la certeza. Fue el escepticismo, con Michel
de Montaigne a la cabeza con la pregunta Que sais-je? Por eso, la estrategia cartesiana empezará por vencer
esta posición transformando la duda escéptica en metódica.
La preocupación
cartesiana por el método es compartida por otros autores de la época. Años
antes Francis Bacon había optado por un camino marcadamente empirista y
casi a la vez que Descartes, Galileo propuso el método
resolutivo-compositivo, que será similar al análisis y a la síntesis
cartesiana.
Descartes, pese
a la crítica al empirismo de la escolástica (“Nihil est in intellectum qui
prius non fuerin in sensu”) aún arrastra en su obra elementos tradicionales.
Importante es la influencia que podemos ver en relación con el sujeto de San
Agustín de Hipona, la expresión “si fallor, sum” (si fallo soy) se asemeja a su
“cogito ergo sum” (pienso, luego existo) y en la importancia que ambos dan al
sujeto para las demostración de dios.
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